Sónia Oliveira
Mediadora cultural, aterrizó en el mundo de la LIJ por el papel y por la mirada. Ha creado una Librería con una sección importante de LIJ y se ha puesto las pilas al respecto acercándose a todos los foros posibles y comiendo muchos libros. Trabaja en Museos mirando y generando conversaciones acerca de lo que nos devuelve la vista. Desde que escuchó a Antoni Muntadas situar la percepción en la participación, ya no logró abandonar ese punto de vista. Tiene claro que los libros y su selección son una cuestión política y justo hasta ayer pensaba que no se censuraba a sí misma. Profundizó académicamente en Literatura, Artes escénicas, Bioquímica e Historia del Arte y el orden de los factores no altera el producto. Nació en Angola, creció en Portugal y actualmente vive en España con un NIE. Si la atropellan o algo parecido saldrá en las noticias: mujer portuguesa de unos 50 años tal día tal cosa. Por ello, empieza siempre un discurso situando el acento, para liberar el cerebro de quien lo escucha, pero aún así no acaba de acostumbrarse a que los acentos sean algo importante. A veces se cree riojana y le encanta bañarse en los ríos de agua helada que bajan de las montañas. Vive con un valenciano y aunque todo la apunta al mar su comida favorita es el arroz al forn. En donde creció vive una familia de delfines y por las tardes la tertulia va de moscatel y caracoles. Tiene un problema grave con callarse, cree que es por haber crecido con una cierta versión de la democracia e ir a hombros de su padre cada setiembre a una fiesta de la libertad. Su mes preferido es abril y su flor favorita es la amapola, aunque tiene por costumbre regalar claveles rojos por la calle. No recuerda haber conocido un gnomo, pero sigue trabajando para llegar a niña, como Ana Maria Matute. Es gestora cultural con otras 8 locas iluminadas en Zarándula, un puerto inseguro que trabaja intentando sembrar tempestades.